En mitad de un aluvión de críticas, recelos, y “dires y diretes” acerca de la conveniencia o no de las colecciones satélite para la salud de la moda (pero sobre todo la de las cuentas de resultados de las grandes firmas), siguen llegando las propuestas para el invierno que viene.
Esta primera semana de enero, con la crisis a cuestas, la resaca de Navidad, y el efecto llamada de las rebajas, le ha tocado el turno a Michael Kors, americano de los pies a la cabeza y amante confeso e instigador del ladylike.
Su hilo conductor: la inversión, y sí, sí, oís bien, y es que parece que últimamente los diseñadores se han metido a asesores fiscales y están empeñados en hacernos gastar el dinero con cabeza, por lo que nos proponen estilismos más atemporales que nunca. Para que luego se diga que no miran por nuestro bienestar, si al final van a ser ellos los que refloten la situación económica internacional…
Con esta colección adelantada, Kors hace una apuesta en firme por lo sobrio y elegante inmune al paso del tiempo: los vestidos de corte clásico siguen siendo uno de sus pilares fundamentales, y el estampado tipo Pollock cobra más fuerza que nunca. Según él: ésta es la mejor manera de invertir en arte.
Y razón no le falta porque sus obras son maravillosas.
Además de que “lo arty, no quite lo salvaje”.
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