Cuando hablamos de altas capacidades, lo que antes se conocía como superdotación, surgen muchas incógnitas. Por ejemplo, ¿estos niños son los mejores de sus clases siempre? No siempre. Hay niños cuyo comportamiento en el colegio es precisamente el contrario, bien por falta de motivación o porque se aburren en clase. Otra de las preguntas más recurrentes podría ser sobre su inteligencia emocional. ¿Tienen los niños de altas capacidades más problemas emocionales que otros? Este estudio sugiere que las personas con alta inteligencia tienen un mayor riesgo de padecer problemas emocionales como ansiedad que personas de inteligencia media. Pero quizá la causa es que se sienten más solos porque en su entorno sienten que no terminan de encajar. Que son diferentes.
La respuesta que se desprende de las investigaciones en términos generales es que no. Aunque los niños con alta capacidad pueden ser más sensibles emocional y fisiológicamente a su entorno y llegar a ser más vulnerables a un desajuste emocional, no existe una correlación entre tener altas capacidades y tener problemas emocionales. No tienen porqué tener más riesgo, ni estar menos adaptados que niños sin la condición de altas capacidades.
Eso sí, como explica Christopher Taibbi a Psychology Today, profesor con más de 20 años de experiencia y especializado en la educación para superdotados, “los niños superdotados se enfrentan a algunos problemas diferentes”. Algunos de sus rasgos de personalidad “pueden afectar su trabajo a medida que se esfuerzan por alcanzar sus metas”, explicaba el experto, lo que podría suponer un riesgo para un desarrollo social y emocional saludable. En concreto Taibbi habla de algo que podría llegar a afectar a su salud emocional y que sí tiene que ver con sus altas capacidades.
En comparación con sus compañeros, se muestran más avanzados y maduros
Para que podamos hablar de altas capacidades intelectuales (ACI) en un niño, este debe manejar y relacionar de manera simultánea y eficaz múltiples recursos cognitivos diferentes (lógico, numérico, espacial, de memoria, verbal, creativo) o bien destacar especialmente y de manera excepcional en el manejo de uno o varios de ellos. Es decir, el niño debe ir más avanzado que sus compañeros, como si su desarrollo madurativo fuera diferente en algunos aspectos.
Esto implica que los estudiantes de altas capacidades pueden parecer ir “por delante”, lo que puede ponerlos en desacuerdo con sus compañeros. Taibbi explica que “estos problemas pueden agravarse cuando las clases escolares ofrecen diferentes niveles de complejidad de ritmo e instrucción”, es decir, el niño de altas capacidades puede sentir que la clase va demasiado despacio, o aburrirse porque es demasiado fácil. Cuando hay un “desajuste” con los entornos educativos, “puede afectar la propia intensidad académica del estudiante, el interés en el contenido, la creatividad o las aspiraciones”.
Ahora bien, ¿cómo podría afectar esto a su salud emocional? Porque como seres humanos todos queremos encajar. Pensemos en un niño que estudia y hace un grupo de amigos. Todos tienen los mismos intereses pero ese niño, de altas capacidades, madura más deprisa y sus intereses evolucionan más rápido que los de sus amigos. Esto, como explica el experto, puede provocar que el niño con altas capacidades se sienta de alguna forma presionado a ser como los demás para poder encajar. El niño sabe que es diferente, nota que no le gustan las mismas cosas que al resto, que no termina de ser parte de ese grupo. Hay ocasiones en que los niños de su edad no le entienden y él no entiende a sus compañeros.
Creemos que los niños, por el mero hecho de ser niños, no se preocupan por estas cosas, pero lo cierto es que sentir que no perteneces a ningún grupo puede generar estrés, ansiedad y hasta provocar problemas que perduren en el tiempo en forma de trauma. La clave para evitarlo, según el profesor, es fomentar que tenga buenos amigos dentro y fuera del colegio. “Puede ser uno de los elementos más importantes que ayuden a los estudiantes a sentirse menos aislados”, explica Taibbi, quien asegura también que desarrollar habilidades e intereses compartidos como el resto de seres humanos, nos ayuda a no sentir esa soledad.
Sentirnos diferentes puede hacer que tengamos más problemas emocionales si la soledad no es elegida.
Fotos | Fredrik Öhlander en Unsplash, Annie Spratt en Unsplash
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