El estrés es uno de los grandes enemigos de este siglo y es que, nuestro estilo de vida, el impacto de las crisis económica y otras causas han ido provocando que el número de personas que padecen estrés y trastornos de ansiedad aumenten de manera muy importante.
Por suerte, también hemos entrado en una época en la que no solo se sabe más sobre estos problemas, sino que se habla más de ellos y están dejando de ser tabú. Entre otras cosas, es importante que conozcamos bien los mecanismo y bases del estrés y la ansiedad. No solo para poder enfrentarnos a ellos de manera más efectiva, sino para poder sacarles provecho.
La función de la ansiedad y el estrés
¿Sacarle provecho? os preguntaréis. La realidad es que tanto el estrés, como la ansiedad, no tienen por qué ser mecanismos o emociones negativas por sí mismas. De hecho, la ansiedad es una respuesta evolutiva, que nos permite ponernos en alerta cuando existe algún peligro, de manera que podamos enfrentarlo y "sobrevivir". Es decir, se trata de un mecanismo de supervivencia.
Es verdad que, en la actualidad, quizás no necesitemos tanto de esta respuesta ya que, como me decía mi psicóloga, "no va a aparecer por la calle un león que quiera comernos", pero evolutivamente nos ha permitido sobrevivir. Uno de los problemas de los trastornos de ansiedad es que nuestro cuerpo no interpreta bien los elementos que nos generan sensación de peligro o lanza las señales de ansiedad en momentos que no son necesarios.
Es decir, la respuesta se activa, pero no hay un peligro real, por lo que estamos fisiológicamente activos, pero sin peligro al que dar respuesta. De esta manera, la ansiedad genera que "busquemos" constantemente un peligro que no existe y no podamos liberar una acción adecuada. Es por ello que respuestas que nos pueden salvar la vida, en dosis no adecuadas, se pueden convertir en patologías.
El estrés como impulsor del rendimiento
Algo similar ocurre con el estrés. Y es que, aunque en niveles inadecuados o excesivos puede suponer un gran problema de salud, en pequeñas dosis puede ser beneficioso para nosotros e, incluso, saludable y productivo.
Es posible que os hayáis dado cuenta que, en algunos momentos de ligero estrés - por ejemplo, cuando faltan pocos días para entregar un trabajo o para hacer un examen - rendís mejor. Y es que, algunas investigaciones han encontrado que este tipo de estrés, conocido como eustrés, puede mejorar nuestro rendimiento y, además, nos facilita que nos adaptemos a las posibles nuevas situaciones que se nos presenten, mejora nuestra creatividad y nos lleva a tener más iniciativa.
En los momento en el que aparece este tipo de estrés, liberamos algunas dosis de adrenalina que nos vuelven activos y nos ponen a trabajar. Nos ayudan en los procesos de aprendizaje y mejoran nuestra memoria. En definitiva, aunque ya no necesitemos estas alertas para poder sobrevivir en la jungla, siguen siendo efectivas para ayudarnos a sobrevivir y adaptarnos a los cambios y retos que se presentan en nuestras vidas.
La línea entre el estrés "positivo" y el estrés "negativo"
En cualquier caso, puede resultar complicado manejar la línea que va desde el eustrés al distrés (el estrés negativo) y ahí es dónde podemos presentar dificultades. Y es que, entre otras cosas, en cuanto el estrés pasa de ser manejable a ser excesivo, lejos de mejorar el rendimiento, puede afectarlo muy seriamente, además de afectarnos emocional y físicamente.
Conocer cómo funcionan el estrés y la ansiedad y descubrir qué situaciones activan nuestros niveles de estrés, es de gran ayuda también para ser capaces de sacarles provecho. Y es que, en mi caso personal, ahora sé que cuando se me activa la ansiedad es porque estoy haciendo algo que no es saludable para mí.
De esta manera, he aprendido a utilizar la aparición de la respuesta de ansiedad como alerta para tratarme mejor y cuidarme más. Permitirnos hacer esas cosas que nos pueden dar cierto miedo, pero que realmente no suponen un peligro, nos ayudará a aprovechar el estrés positivo, al tiempo que disminuyen el efecto de la ansiedad negativa. Y es que, cuando nos enfrentamos a lo que nos pone en alerta sin que suponga una amenaza real, estamos recalibrando, en cierto modo, las causas que disparan la ansiedad.
En cualquier caso, acudir a un profesional de la salud mental, que nos dé las herramientas adecuadas - si no las tenemos ya - para manejarnos en niveles de estrés y ansiedad adecuados es muy importante y buscar soluciones adaptativas y beneficiosas para nosotros cuando nos encontramos en niveles de estrés o ansiedad perjudiciales, será tremendamente beneficioso. Y es que debemos recordar que como seres humanos necesitamos de esa pequeña dosis de eustrés o activación que nos motive, pero en niveles manejables.
Imágenes | The Good Fight