En el corazón del Parque Natural de las Hoces del Duratón, entre los ríos Duratón y Caslilla (que la modelaron lentamente durante años), se esconde la preciosa villa segoviana de Sepúlveda. Se trata de una pequeña localidad en cuyas calles y plazas se conserva aún todo el encanto medieval. Esto es algo que, debido a que en España abundan los vestigios medievales y podemos llegar a estar un poco inmunizados a la belleza, puede no parecer gran cosa de primeras. Sin embargo, este pensamiento delata a alguien que nunca ha estado en Sepúlveda...
Lo que sucede con Sepúlveda, y lo que diferencia a este pueblo de otros, es que está a otro nivel. Incluso que de lugares con más renombre como Pedraza o Chinchón. Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1951, este pueblo segoviano lleva en sus monumentos y en sus calles la marca del románico, una herencia de su época de mayor esplendor que tuvo lugar en los siglos XI al XIII.
De hecho, en Sepúlveda se encuentra la primera iglesia románica construida en toda la provincia. Se trata de El Salvador, del año 1093. Aunque le disputa ser la joya de la corona el santuario de Santa María de la Peña, del siglo XII. Este se ubica en uno de los extremos de la población, sobre una de las hoces más pronunciadas del río Duratón. Su característica más importantes es el tímpano, ubicado en la puerta de entrada, único en el románico segoviano.
Aunque todavía hay más construcciones de interés en Sepúlveda... Una es la fortaleza de Fernán González, pero también las murallas, que conserva algunas de las antiguas puertas, o la plaza Mayor. Imprescindible es también pasar por su judería y, sobre todo, pasear por el pueblo con los ojos puestos en todos los detalles de su pintoresco entorno urbano colmado de edificios blasonados.
No obstante, antes pasaron por esta tierra los celtíberos y los romanos, que también han dejado huella con los puentes de Talcano y Picazos, con restos de una calzada o el cercano yacimiento arqueológico de “Los Mercados” de Duratón. Los restos encontrados en Duratón en 1791 y 1949 muestran que la ciudad romana (que se cree que pudo ser Confluenta) tenía una vida activa, relacionada con el exterior.
De la época visigótica queda la Necrópolis excavada en Duratón, con 666 sepulturas con ajuares casi totalmente germánicos. No obstante, si te cansas de tanta arquitectura o te gusta más pasar tiempo en contacto con la naturaleza que con la historia, a pocos kilómetros de la villa se encuentra el parque natural de las Hoces del río Duratón.
Eso sí, en este punto también se encuentran la ermita de San Frutos, el patrón de Segovia, y las ruinas del monasterio de Nuestra Señora de la Hoz. Para cuando pica el hambre, los asados en horno de leña y los dulces típicos son los mejores referentes de su exquisita gastronomía castellana.
Foto de portada | Pablo Andrés
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