Todo el mundo recuerda lo que estaba haciendo mientras el Príncipe Guillermo y Kate Middleton daban el "sí, quiero". Concretamente, estar pegados al televisor admirando el estilismo con la que la preciosa novia paseó hasta el altar. Automáticamente se convirtió en uno de los vestidos de boda icónicos de la historia y ha sido replicado hasta la saciedad. ¿Y si ahora os contamos que no fue el único diseño que lució ese día?
Nos ponemos en situación. Se abren las puertas del coche y aparece Kate Middleton con un vestido de manga larga de encaje, con una cola kilométrica, un precioso y delicado velo y una tiara impresionante. Todo ello de Sarah Burton para Alexander McQueen. Por no hablar de la conmoción que causó su hermana Pippa. ¿Quién puede culpar a nadie tras está visión de olvidar que había un segundo vestido? Pero sí, lo había. Y aquí lo tenéis.
Como hacen muchas novias tras la ceremonia, Kate quiso cambiarse de ropa para estar más cómoda en el convite. ¿Cómo iba a poder bailar, comer y saludar a todos los invitados con tantísima tela por encima? La opción B del gran día también estaba diseñada por Sarah Burton para Alexander McQueen, con escote corazón, satén y un cinturón de diamantes.
A eso ella le añadió una torera blanca de pelo, que en abril en Londres hace frío. Era de esperar que con la espectacularidad del primero, este segundo diseño no consiguiera acaparar portadas. Pero eso no lo hace menos elegante, bonito y sofisticado. ¿No os parece?
Fotos | Gtres.
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