Hubo un tiempo en el que este precioso pueblo blanco de Málaga era puro encanto andaluz tradicional. Callecitas empedradas, casas encaladas y buganvillas trepando por las fachadas. Era un lugar tranquilo, donde el calor hacía que la vida se viviera despacito, en silencio y con calma. Pero hoy no es ese día. Hoy este lugar se ha convertido en un escaparate para turistas.
Hablamos de Mijas, uno de esos pueblos preciosos y blancos de Málaga que ha muerto de éxito. Es tan bonito que todo el mundo quiere verlo. Y, al parecer, todo el mundo ha ido a verlo, al mismo tiempo y continuamente. Porque da igual la época, mes o día que vayas a Mijas, siempre está rebosante de turistas que engullen sus callejuelas creando embudos de personas y haciendo imposible caminar o disfrutar.
Mijas ha sido víctima de la masificación turística más excesiva. Como tiene tantos visitantes, los comercios y restaurantes han orientado su negocio a ellos. Y se han puesto de acuerdo en ello, porque las infinitas tiendas de souvenirs y los "menús turísticos" han sustituido a las comilonas tradicionales y las tiendas locales.
Lo que Mijas fue un día ya no existe, ahora más que un pueblito tranquilo es un escenario de película a la española diseñado para que turistas disfruten. Por no hablar de los polémicos burro-taxis, que llevan a los visitantes de un sitio a otro con una unas prácticas que actualmente están siendo cuestionadas.
Antes llevaban a la población local por necesidad, pero vieron que con las fotos de turistas ganaban más y el negocio cambió. Ahora se usan para el entretenimiento del visitante. El dinero mató al encanto, una vez más. ¿Cuánto turismo es necesario para que nos paremos a recuperar la esencia local?
Fotos | @turismomijas, Mijas Comunicación, Andalucía World.
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