Ni el trabajo. Ni el dinero. Ni el sexo. Ni la familia o lo pesadas que son vuestras respectivas madres y los títulos de metomentodos que han ganado a lo largo de estos últimos años. La razón principal por la que tú y tu pareja discutís más, según un estudio reciente del CIS, es por el reparto de las tareas domésticas. Vosotros y ¡hasta un 20% de las parejas encuestadas!
Y es que el amor es difícil, pero la convivencia aún peor y cuando la pasión se enfría comienza a adquirir relevancia el lado práctico de las cosas. Vamos: quién limpia qué, quién baja la basura, quién plancha la ropa y sobre todo, quién se ocupa de las peores tareas, las que no quiere nadie, las aburridas o asquerositas.
Las peores tareas, las mejores generando discusiones.
Hacer la colada.
A priori no parece una de las tareas más desagradables que se puede hacer en un hogar, pero hacer la colada es una tarea doméstica que está repletita de micro-tareas (lavar, tender, doblar, colocar y, qué calor, planchar).
Ah, y no olvidemos que además de pesada es una de las más difíciles, porque no sería la primera vez ni la última que discutiérais porque una prenda se ha teñido de otro color en la lavadora, ha encogido o ha desaparecido misteriosamente.
Un marronazo, vamos. Es normal que sea la tarea doméstica que más conflictos genere en cada pareja y según un estudio realizado por Mr. Jeff, app de tintorería y lavandería a domicilio, la responsable de robarnos alrededor de 500 horas al año de descanso o tiempo para hacer lo que nosotros queramos y que cada vez más parejas jóvenes decidan contratar servicios como el que ofrecen para evitar tirarse los trastos a la cabeza. Según el estudio de esta empresa, el 15% de los clientes que contratan su servicio lo hacen para evitar discusiones con la pareja.
Cocinar.
Por mucho que nos guste Masterchef y los programas de cocina, tener que hacerlo a diario es un rollo. Y no sólo preparar comida para toda la familia, también tener que planificarlo, comprarlo… y después recogerlo. Es principalmente este último punto el que más peleas genera dentro de las parejas, pues “para gustos, colores” y los niveles de higiene que para uno son básicos, para otro pueden ser excesivos.
Limpiar el baño.
No hace falta que te obliguen a limpiarlo con un cepillo de dientes para odiarlo o sentir que algo malo has hecho en esta vida. Limpiar el baño es la tarea más desagradable de todas, la que más odian los “asquerositos”, pero también a la que más faltas le ponen si no lo limpian a su gusto y en la que más patente se hace lo mucho que puede dañar a las relaciones la falta de intimidad.
La compra.
Decía Amy Schummer que IKEA es la palabra sueca para “discusión”... Pues bien, todos tenemos un IKEA a la semana más o menos, cuando llega el momento de ir a la compra y discutimos por cada producto que tenemos que añadir al carrito. Las posibilidades infinitas hacen que tomar una decisión conjunta sea más complicado que hacer de mediador en la ONU. Afortunadamente gracias a internet y las compras online muchas parejas pueden hacer la compra sin salir de casa y llegando a un acuerdo consensuado.
El orden.
Ay, ay, ay. Hay tantas definiciones de orden como personas en este mundo. Lo que para unos puede ser una estancia agradable y placentera, para otros puede ser un antro de perversión en el que han celebrado una juerga una panda de vikingos borrachos. La subjetividad sobre este punto puede provocar peleas a diario y la única solución es llegar a unos acuerdos de mínimos, practicar la tolerancia y tratar de respetar el espacio del otro. Difícil, sí, pero no imposible (especialmente si cierras la puerta de su despacho y no miras lo que está pasando allí dentro)
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