Vilma Nuñez, la experta en marketing con más de un millón de seguidores en Instagram, explicaba hace ya un tiempo en sus redes sociales que existe una diferencia entre persuadir y manipular. “Ambos términos buscan convencer a un receptor, pero las intenciones y las maneras en que se emplean son bastante diferentes”, aseguraba. Una persona persuasiva trata de convencer a otros con razones reales, verdaderas y sólidas. Una manipuladora, en cambio, oculta o altera parte de la información para conseguir un beneficio propio. La manipulación implica distorsionar los hechos y jugar con la mente para obtener ventajas, a menudo sin que la otra persona se de ni cuenta.
Durante una discusión nos podemos dar cuenta de algunas tácticas esconden una manipulación según la psicología. Y te las contamos todas para que puedas estar alerta.
Usan el gaslighting para desviar la culpa
El gaslighting es una de las formas de manipulación que busca que otra persona se cuestione su propia cordura. Frases como "lo exageras todo" o "ves cosas donde no las hay" son un ejemplo de ello. Este término nace de una obra de teatro que se adaptó al cine en 1944 llamada ‘Gaslight’, en la una mujer es manipulada por su marido haciéndole creer que está loca y poder así robarle su fortuna. La psicóloga María Esclapez explica en su libro ‘Me quiero, te quiero’ que es una forma de abuso emocional, cuyo objetivo es manipular la percepción de la realidad de otra persona y hacerle dudar de su cordura. La consecuencia para las víctimas es "la anulación y humillación a los propios sentimientos y emociones que surgen en situaciones conflictivas”.
En las discusiones, la persona manipuladora utiliza el gaslighting para desviar la culpa y la atención de sus propias acciones, negando cosas que han sucedido o cuestionando lo que recuerdas de los hechos para que termines aceptando su versión. Y es tan poderosa que puede generar sentimientos de confusión y baja autoestima a quien lo sufre.
Sacan a relucir tus errores en el pasado
Tal y como explica la psicóloga y psicoterapeuta Rosario Linares “la sensación de culpa es un poderoso motor impulsor del comportamiento, por lo que los manipuladores a menudo intentan que su víctima se sienta culpable”. ¿Cómo lo hacen? Sacando a relucir errores que cometiste para desviar la atención del tema, conseguir ventaja y hacer que el otro se sienta culpable por lo que ocurrió. Cuando te quieres dar cuenta te encuentras intentando defender o justificar tus acciones pasadas en lugar de discutiendo de lo que ahora os atañe. Y no, no se trata de una crítica constructiva ni una forma de aprender. Se trata de una técnica que usan para controlarte.
Utilizan el abuso reactivo
Según la psicóloga Andrea Serrant, el abuso reactivo consiste en “apretar ciertos botones en la psique de la víctima de manera que estas caigan en el juego de la manipulación y provocación de la persona narcisista.” Es decir, provocan a la víctima de manera intencionada para conseguir una respuesta negativa en ella, por ejemplo enfado. Y es una manipulación de manual cuyo objetivo no es otro que luego increpar a la víctima por su reacción. En inglés se le conoce como “baiting”, traducido como “poner un cebo”. La persona que manipulaba ahora es la víctima de la persona que reacciona ante un ataque repetido y velado y esa reacción se convierte en una herramienta.
Le dan la vuelta a la tortilla
Tergiversar, según la RAE, es “dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos”. En el contexto que nos atañe hace referencia a esa habilidad de una persona manipuladora para cambiar nuestras palabras y hacer que signifique algo completamente diferente y que se ajuste mejor al relato de quien manipula. Son expertos en darle la vuelta a la tortilla en cualquier situación, cogiendo lo que hemos dicho, cambiándolo y usando nuestras propias palabras en nuestra contra. Esto consigue que te cuestiones tu propia perspectiva, que dudes y que te sientas confundido porque eso que escuchas es algo que has dicho, pero a la vez no lo es.
Se hacen las víctimas
Hay personas que se sienten cómodas en el papel de víctimas. Especialmente las personas manipuladoras, porque haciéndolo desvían la atención de sus actos y de sus errores. Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias, explica que cometer errores no mide tu valor como persona y “aprender que ninguna equivocación nos define nos ayudará a empezar a ser capaces de aceptar la culpa, asumirla y aprender de ella”. Sin embargo, si la persona con la que discutes siempre se hace la víctima es porque nunca se hace responsable de sus errores ni los admite. Cuando esto ocurre, terminamos sintiendo pena por ellos y pasando por alto sus acciones. Y ese es solo uno de los muchos comportamientos que definen a alguien que va de víctima.
Usan el silencio como un arma
Florence Nightingale, enfermera y activista social del siglo XIX, escribió que “el ruido innecesario es la falta de cuidado más cruel que se puede infligir a los enfermos”. El silencio puede convertirse así en un arma despiadada. En psicología el silencio usado para castigar, controlar y manipular se conoce como “ley del hielo”. Como bien nos explicaba la psicoterapeuta Lara Borrell, la "ley del hielo" es una de las herramientas más sutiles del maltrato psicológico. “Se caracteriza por una serie de conductas encaminadas a ignorar a la víctima”, y se trata de una acción calculada y pensada para que sientas culpable, rechazado o ansioso.
Algunos ejemplos de su uso estarían en no responder a tus mensajes, evitar el contacto visual o negarte afecto después de una discusión o cuando consideran que la disputa ha terminado según sus términos. Y es una clara señal de abuso emocional.
Utilizan el chantaje emocional
El chantaje emocional fue un término que la Dra. Susan Forward, puso en la palestra con su libro de 1997, ‘Chantaje emocional: cuando las personas utilizan el miedo, la obligación y el sentimiento de culpa para manipularte’. Consiste en que alguien use tus sentimientos de amor, simpatía o miedo en tu contra para conseguir lo que quiere, y es una forma de manipulación poderosa y muy dañina.
Te pongo algunos ejemplos de su uso con frases coloquiales y aparentemente inofensivas: “Si me quisieras, harías…”, “¿Cómo pudiste hacerme esto después de todo lo que he hecho por ti?”, “Si no haces lo que te he pedido, quién sabe lo que me pasará” o incluso “si haces esto por mí, te llevaré a…”. Estas afirmaciones están diseñadas para hacerte sentir culpable u obligado a cumplir con sus exigencias, lo que puede hacerte sentir atrapado, amenazado o impotente.
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